Cualquier Eternidad
Los hilos áureos consienten la dermis prisionera,
hacía ya algunas primaveras que ella no contemplaba
los colores despiertos en estas regiones del norte;
el frío se disipa en el eterno azul,
mientras las nubes viajan sigilosamente,
dando un saludo cariñoso a los caminantes de la montaña.
El cemento, con sus recuerdos, olvida sus pasados húmedos,
dejando rastros en la memoria de los Olimpos,
y este se regocija en el vuelo del cuervo al alba.
Los sueños se abren como lotos
al ver las paradojas humanas en el caos de la naturaleza.
Toda la escena transcurre en el lapso de un segundo
o en la eternidad de cualquier vacío.