Viajes al Pasado

viajes al pasado

Mundos creados en la simultaneidad de la física y la metafísica. ¿Crear mensajes o recrear preocupaciones, o divertir las profundidades de la fantasía? Estas son las aventuras de un Olimpo, el cual vive extasiado por su contexto insular, salvaje y exótico. De pronto, es esto último lo que sus mundos ilusorios tanto le expresan: un deseo profundo de adrenalina como su fuente de vida. Pues, para todo aquel que vive en la aventura, es la hormona la que sirve como gasolina. Salir a lo desconocido, sin ninguna brújula y con la eterna probabilidad schrodingeriana entre la vida y la muerte.

La historia empieza con el emprendimiento de un viaje en un carro compartido con la complicidad de una amistad. Siempre la aventura tiene que contarse desde la hermandad, ya que su excitación viene de la confabulación entre Olimpos simétricos, con sus aspiraciones e inspiraciones por lo que aún les es inexplorado. Algo indica que estos dos compinches habían tomado el carro del papá de uno de ellos a escondidas, justo cuando él se duerme leyendo aquel libro policiaco que anestesia los monumentos en su contemplación. Las edades de estos compadres revelaban que todo lo que sucedería después les iba a traer algunos impases y, sobre todo, el descubrimiento de los tiempos paralelos.

Después de unas horas abstractas de viaje, ocurren dos accidentes. En el primero, la evidencia de lo ocurrido se logra disimular gracias a la perspicacia del momento: una juglería de risas y la falta de atención de estos Olimpos cómplices sobre el camino los hizo aterrizar en la abstrusa realidad. La gravedad no tenía los niveles para alarmar al sueño y así pudieron volver a rodar en aquella carretera destapada, a oscuras de una intemperie onírica. Algo había ahí que estos dos seres deseaban tanto volver para saborear las mieles de la adrenalina aventurera; todos sabemos que, al probar las mieles hormonales cautivadas por la experiencia, deseamos visceralmente volver a vivirla así nos cueste la vida misma.

En este segundo emprendimiento, los dos jóvenes, por su afán prohibido y escondido de recorrer el mismo camino, terminan estrellándose contra un árbol interpuesto por el Olimpo soñador. Estos seres, embriagados por la aventura, sin haberlo advertido, lo atravesaron, destruyendo por completo el auto del papá de uno de ellos. Esta vez, la acción les iba a salir costosa. No había ninguna escapatoria, sino enfrentar lo sucedido y asumir toda responsabilidad y, por lo tanto, su consecuencia.

Reflexionando encima del techo de la máquina imaginaria destruida, uno de los jovenzuelos empieza a ver en su cámara las fotos de los viajes del pasado. Observando, por consiguiente, todo el carriel de fotos de la cámara, llegaron a la primera de ellas, cuya fecha era precisamente tres meses antes – hay quienes dicen que tres meses significa el tiempo exacto del cambio –. La atención en esta contemplación iba creciendo y la imagen de la fotografía se iba diluyendo en los Olimpos de estos cómplices. El tiempo empezó a ir en contrasentido, transportando a estos personajes a presenciar el momento real de la foto. Uno de ellos, al darse cuenta del fenómeno, exclama: “¡Estamos viajando en el tiempo!” Sin embargo, ellos no sabían todavía que al alterar este último se podrían causar graves alteraciones al presente.

Al percibir esta posibilidad de teletransportación, los dos amigos descubrieron que podrían viajar hacia el momento anterior al accidente con el fin de retomar la acción y evitar el choque que destruyó el automóvil. El viaje fue bastante preciso, aunque revelaba las contradicciones entre ambos jóvenes. Justo al ver el momento en el cual decidían volver a emprender el camino que los llevó al accidente, y al ver también cómo, a escondidas, se llevaban el carro de los padres de uno de ellos, la amistad se ponía en duda al volver al presente. Uno de ellos se sentía manipulado, mientras que el otro notaba su consciencia distorsionada por la adrenalina, lo que lo llevó a cometer los actos que desencadenaron el accidente.

Al volver al presente, los jóvenes tuvieron un profundo cuestionamiento sobre su verdadera relación. Descubrieron, asimismo, que al viajar en el tiempo a través de las fotos, el presente se modificaba por completo, como una especie de metamorfosis que les ocurre a los Olimpos cuando viajan en retrospección y develan las causas de sus decisiones, provocando entonces una transformación que, al volver al presente, los haría cambiar radicalmente la programación de su consciencia. Una enseñanza clara es asumir las consecuencias en el tiempo adecuado y no esperar a algún futuro o pasado que pudiese enmendar las malas decisiones de pensamientos desconectados de sus realidades.

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